La belleza de Todos Santos va de la mano con la variedad. Este sector de Cuenca, como ningún otro en la ciudad, fusiona la historia, con las tradiciones, la arqueología, el paisaje, el desarrollo arquitectónico y El Barranco.
Caminando apenas una cuadra se pueden conocer algunos hitos. La primera iglesia de Cuenca, una hermita o capilla, fue construida en Todos Santos, superpuesta a un usno inca. El templo y el convento actuales pasaron a manos de la congregación de monjas oblatas a finales del Siglo XIX.

La Calle Larga, una de las más antiguas calles de la ciudad, atraviesa el lugar. Era la Calle de La Ronda. Su mirador escénico ofrece al turista vistas panorámicas de la parte moderna de Cuenca y de las montañas. Bajando unos pasos más se hallan los vestigios en piedra de los molinos que pertenecieron al encomendero Rodrigo Nuñez de Bonilla. Barrio periférico de la traza inicial, en Todos Santos los españoles comenzaron a poblar la urbe.
Todos Santos y sus estructuras son parte fundamental del paisaje de El Barranco. Su bajada, luego de la subida El Vado, es la otra conexión del Centro Histórico con la ciudad moderna. Junto a ella el famoso Puente Roto. La crecida del Tomebamba del 3 de noviembre de 1950 convirtió al Puente para siempre en la eterna atalaya del río. Sitio muy concurrido y recomendado para mirar el paisaje, hacer fotografías a la iglesia o simplemente pasear.
La actividad laboral tradicional de Todos Santos son las panaderías. Funcionan museos y comercios de artesanías.
